Juanma García Simal

Conocí a Ángel en 1994 a raíz de mi ilusionante incorporación al Archivo Histórico de CCOO de Catalunya para realizar mis prácticas universitarias. En mi primer día ya estaba avisado de que conocería al presidente de la Fundación que gestiona el archivo, un histórico fundador de CCOO que además había padecido una dura represión por su militancia comunista y sindical. Para mí, un joven con entonces 25 años, conocer a Ángel Rozas suponía una experiencia emocionante y despertaba una mezcla de admiración y respeto, así que no esperaba que sus primeras palabras hacia mí aquel día fueran: “Dejo el macuto y vamos a tomar un café a la máquina”. Fue el primer café de tantos que tomamos después de dejar el macuto cada día durante los siguientes 16 años que trabajamos juntos. En esos ratos aprendí de Ángel valores como la sencillez, el trabajo, el humor y, sobre todo, la dignidad del ser humano. Desde bien entonces supe que, posiblemente, Ángel Rozas Serrano quizás no pasaría a formar parte de los grandes personajes de la Historia, la que se escribe con mayúsculas, pero sí que sería uno de los personajes más importantes en la historia de todos los que le conocíamos.
Un hombre con un historia de vida escalofriante en muchos momentos y a la cual se enfrentaba siempre con una sencillez y una dignidad envidiable, sintiendo siempre que hacía las cosas por eso, porque las tenía que hacer, y siempre con la convicción de que cualquier tarea, por insignificante que pudiera parecer, tenía un sentido y una importancia colectiva que no todos podíamos ver, acostumbrados a un mundo de gestos grandilocuentes y a lo que hoy viene a llamarse ‘postureo’. Él tenía bien claro, y el tiempo siempre le dio la razón, que cuando las cosas vinieran mal dadas o pasara el tiempo sin ver la solución a un problema su respuesta era siempre la misma: “Nosotros a lo nuestro”. Después de 25 años, ‘lo nuestro’ sigue funcionando gracias a esas pequeñas lecciones que nos daba. Hoy, 10 años después de su triste pérdida, estoy seguro de que ante la tremenda crisis que padecemos, el gran Ángel volvería a apelar a la sencillez, el trabajo, el humor y a la dignidad, lo nuestro.