Josep M. Rodríguez Rovira
Conocí a Ángel Rozas Serrano, en Paris, el año 1971, en las oficinas de la Delegación Exterior de Comisiones Obreras, la “DECO”, el referente de CCOO hacia los sindicatos europeos y de otros países, para las relaciones de solidaridad, con las luchas de los trabajadores en España.
Ángel nació el 1927, en Macael, un pueblo de Almería, famoso por sus canteras de mármol, todavía ahora activas. De niño y joven, trabajaba en las canteras, dando asistencia de agua, que transportaba en un asno, a los trabajadores de las canteras.
Huérfano de padre, siendo todavía muy joven, vino a Barcelona, en 1943, con su madre y su hermana. Fueron a vivir a las barracas de Can Baró en el barrio Horta-Guinardó. Como no tenían luz eléctrica en su barraca, Ángel iba por las noches a la calle que baja hasta la plaza de la Font Castellana, para poder leer a la luz de una de las farolas de la calle. Enseguida se preocupó de los problemas sociales y se formó en la necesidad de lucha social y política.
Ya de adulto, vivió en el barrio de Collblanch de l’Hospitalet y en Barcelona. Trabajaba en el ramo de la construcción en una empresa de abrasivos. El 20 de noviembre de 1964 fue uno de los participantes en la asamblea fundacional de CCOO en Catalunya, en la iglesia de Sant Medir.
Ángel fue detenido varias veces, sometido dos veces a consejo de guerra y encarcelado en la Modelo de Barcelona y en el penal de Burgos por su militancia en CCOO y en el PSUC. En varias de las detenciones fue golpeado y torturado. En una de ellas, fue colgado por las muñecas de las manos; no pudo articular correctamente las manos el resto de su vida.
Ángel y Carmen, la que sería su compañera, se conocieron en la cárcel de Burgos, en una visita de las que se organizaban para ir a visitar a los presos políticos.
Al salir de la cárcel, el PSUC le propuso emigrar fuera de España porque, debido también a su baja estatura, era muy fácilmente reconocible por la policía. De ahí que fue a la oficina de la DECO.
Con la muerte de Franco y la legalización de sindicatos y partidos, Ángel volvió a Barcelona. Fue el responsable de formación de CCOO en Catalunya y miembro del Secretariado de la Comissió Obrera Nacional de Catalunya, CONC. También de la dirección del PSUC, en su Comité central.
Siempre fue muy activo, un compañero entregado a la lucha y a los demás, con un gran ascendiente. Sus opiniones y propuestas eran siempre atendidas con interés y respetadas. De aquellos años recuerdo su amistad con Luis Romero del ramo de la construcción, y con Josep Cervera y Joan Navarro, ambos del ramo de la madera. Todos ellos, veteranos luchadores y activos militantes de CCOO y del PSUC.
Ángel era una de las de las personas más afables, amables, entregadas y serenas ante la adversidad, que he conocido. Ante las dificultades y encontronazos de todo tipo, a lo largo de su vida, con su orfandad, su problema físico y las detenciones y torturas en comisaría y la cárcel, y, en la última etapa de su vida, frente a la enfermedad, siempre mantuvo una gran entereza y serenidad. Asumió sus limitaciones físicas con naturalidad, incluso con sentido del humor.
Fue un ejemplo de luchador incansable en defensa de los trabajadores.