Carles Vallejo Calderón

La memoria es el material sobre el cual construimos nuestra identidad y Ángel es una parte esencial de mi memoria y de mi identidad.
Recuerdo el gran binomio formado por Carme Giménez Tonietti, conocida por como “la italiana” por la brigada político-social, y Ángel, un hombre de pequeña estatura, como él mismo se definía.
Yo también tuve que marchar al exilio un par de años después que Ángel y nada más llegar a París él fue mi contacto; de aquel París me han quedado grabadas dos imágenes:
Una es el minúsculo hogar de Ángel y Carmen en la portería de la comunidad donde ella trabajaba y bajo cuya escalera vivían. Allí, a pesar de las estrecheces físicas y económicas, a los refugiados en París nunca nos faltaba un plato en su mesa.
La otra es la de Ángel en la oficina de la Delegación Exterior de Comisiones Obreras, donde trabajé por un tiempo con Carlos Elvira, Pedro Cristóbal y Ángel. Era una vetusta oficina, con un suelo de madera que siempre chirriaba. Un local cedido por la Alcaldía Comunista de Montreuil, donde se montó una especie de embajada oficiosa de ese movimiento de los trabajadores denominado Comisiones Obreras. Como era el recién llegado a mí me tocaba ir a comprar las baguetes para comer, entre aromas de tinta, papel y fritanga, mientras ensobrábamos los boletines de la DECO que redactábamos e imprimíamos allí mismo.
En diversas ocasiones tuve que ir con Ángel a Italia para preparar la exposición de pintura y escultura contemporánea “Amnistía que trata de España”, él fue quien me presentó a Rafael Alberti, María Teresa León y Teresa Azcarate.
Ya en Barcelona, tuve la ocasión de acompañar a Ángel en las sucesivas visitas a la residencia donde pasó sus últimos días Miguel Núñez. Le recogía en su piso del Paseo de San Juan y nos acercábamos a la residencia en mi coche.
Siempre que tengo ocasión utilizo en mis charlas la cita del partisano Vitorio Foa, la preferida de Ángel: “Fuimos una “inmensa minoría” que perseguimos tanto al fascismo que al final tuvo que meternos a muchos de nosotros en las cárceles de la dictadura. No fuimos víctimas ni perseguidos o por lo menos no nos sentimos únicamente víctimas y perseguidos. Fuimos nosotros los que perseguimos el fascismo luchando por las libertades”.
Recordando a Ángel, podemos decir como el añorado Manolo Vázquez Montalbán: “La vida de Ángel ha sido más Historia que Vida”.